Hay un lugar cerca del mar, en el Valle de Meruelo, tierra de maestros de la piedra e ilustres campanas, donde un grupo de personas ha decidido vivir en comunidad, como se hacía en el pasado ... han llegado una pendiente hermosa y suave de vistas emocionantes y allí desea quedarse.
Entienden que la ayuda mutua diaria, el establecimiento de lazos sociales y la organización colaborativa no está reñida con los momentos de privacidad que todos necesitamos, hay espacio para todos y para todo.
Su forma de entender la vida les hace querer respetarse mutuamente, pero también el suelo que pisan, en comunión con el medio ambiente, la casa es un paisaje de confort, el techo es una extensión vegetal y un refugio natural de los vientos del norte ... aquellos que vengo de Noja, enviando frío.
El territorio se rastrilla buscando un lugar para establecerse, aprender del pasado y del paisaje inmediato, donde las técnicas domésticas rurales todavía tienen presencia. Los muros de piedra se utilizaron para delimitar la tierra con fines agrícolas y estas fueron las intervenciones artificiales que se destacaron en el territorio; Transformando la topografía natural en una serie de mesetas habitables.